Método de obtención de la apitoxina
Los métodos de obtención de la apitoxina han evolucionado mucho en los últimos años. En un principio se sacrificaba al animal para obtener su veneno. Había que sacrificar entre 8000 y 9000 abejas para obtener un gramo de apitoxina. Además de ser un método cruento y contraproducente, era sumamente trabajoso.
Luego existieron muchos métodos que se idearon para tratar de obtener el producto sin sacrificar al animal. Así fue que en uno de los métodos se colocaba un número importante de abejas en un recipiente cuadrado de vidrio cubierto con una gasa. Luego se colocaba éter en la gasa para anestesiar a las abejas, las cuales antes de caer anestesiadas, aguijoneaban en las paredes del recipiente. Estas abejas se devolvían a la colmena y luego se raspaba el vidrio de la jarra para obtener el producto. Era un método bastante complicado, y se obtenía poca cantidad de apitoxina por cada vez.
Hubo algunos sistemas que inclusive idearon la forma de obtener apitoxina de abejas de determinada edad, creyendo que de esa forma se obtenía un producto más homogéneo.
Todos estos métodos, tienen su valor histórico, pero desde el punto de vista industrial, donde se necesitan cantidades importantes de apitoxina, carecen de valor práctico.
Hoy en día está generalizada la obtención de apitoxina por medio de la estimulación de la abeja por una corriente eléctrica, que la incita a aguijonear, depositando una gota de veneno en un vidrio desde donde pueda extraerse, permitiendo que el animal continúe con vida. La abeja recibe un estímulo eléctrico de características muy especiales y precisas. El desarrollo de estos estimuladores, fueron adaptados en su diseño a nuestro medio (clima, floración y raza de abejas), así como el uso de trampas muy mejoradas, que nos dan como resultado la obtención de una sustancia suficientemente pura y en cantidades importantes. Debe tenerse en cuenta que para obtener un gramo de apitoxina, se necesitan aproximadamente 15.000 aguijoneadas.
El veneno así obtenido pasa luego por un proceso de secado y desengrasado, para ser después almacenado en condiciones óptimas en frascos ámbar y a 3-4 grados centígrados de temperatura. Si bien el aparato electrónico no debe tener muchas variantes, dado que el tipo e intensidad de corriente deben ser únicos, puede haber una infinita variedad en lo que respecta al diseño de las trampas (lugar donde la abeja deposita la apitoxina).
La recolección de veneno consta de dos partes 1) trabajo de campo o cosecha y 2) extracción.
Para el trabajo de campo se necesitan 2 elementos: un estimulador y un número determinado de trampas (normalmente un estimulador puede servir entre 20 y 40 trampas).
El estimulador debe tener una construcción muy precisa y elementos de lectura y controles adecuados. Tenemos que pensar que estamos trabajando con seres vivos, que se encuentran en diferentes estados de ánimo, según el día y la época del año, por lo tanto no podemos manejar estímulos siempre iguales. Los estimuladores deben tener medidores para el amperaje y el voltaje, y deben tener controles para modificar el voltaje, la intensidad, la frecuencia y el tiempo de estimulación. Todos estos valores deben ajustarse cada día de trabajo, de acuerdo al estado de las colmenas, y muy a menudo durante la misma cosecha.
En cuanto a las trampas, puede haber una infinidad de diseños, de acuerdo a la preferencia del productor. Hoy utilizamos una trampa fija, superior con 3 vidrios, conectada permanentemente a la instalación eléctrica general, que se aísla mediante una puerta corrediza del resto de la colmena, actuando como entretapa, por debajo del techo. Es una trampa de muy buen rendimiento, que utiliza las abejas que están dentro de la colmena y muy práctica de usar. El inconveniente que tiene es su costo, ya que se necesita una trampa por colmena, pero se ahorra mucho tiempo en la cosecha. Con este sistema obtenemos por cosecha aproximadamente 150 mgs por colmena. Luego de unos 30 minutos de estimulación, corremos todas las puertas corredizas, lo que nos da una gran tranquilidad de manejo, y extraemos los vidrios con el veneno cristalizado. Lo acondicionamos en cajas de madera, bien protegidos del sol y humedad, y los llevamos lo antes posible al lugar de extracción. No deben pasar más de 8 horas entre la cosecha y la extracción. El operador en la extracción debe estar adecuadamente protegido con máscara para polvos, lentes protectores, túnica descartable y guantes, o si no, preferentemente, se hace la extracción en una campana de vidrio hermética, ya que la apitoxina, manejada en esas cantidades puede ser sumamente peligrosa. Se raspan los vidrios, y el contenido se pesa y se acondiciona en botellas de vidrio color ámbar, en heladera. El producto así acondicionado puede ser apto durante 4 o 5 años.
Apifarma realiza permanentemente controles de calidad de la apitoxina obtenida (en cristales), como lo son los análisis cuantitativos (HPLC) y cualitativos (químicos y biológicos). Luego de realizada esta verificación, que nos da la tranquilidad de pureza y homogeneidad, es llevado al laboratorio, donde se preparan las soluciones de distintas concentraciones, para luego preparar los productos terminados, que pasan nuevamente por un control de calidad, antes de salir al mercado.